Gran pregunta. Si eres vegetariano o te planteas serlo es muy probable que te aceche el miedo de si tu nueva alimentación tendrá carencias.
Muchas veces ese miedo viene vestido de bata blanca, cuando tu médico pone el grito en el cielo al contarle tus aspiraciones. “Imposible, ser vegetariano es antinatural. Hay que comer de todo o tendrás anemia, falta de proteínas…y el calcio que?”.
Otras veces el miedo lo sentirán tus familiares y amigos. Quizás no entiendan que necesidad tienes ahora de dejar de comer “como todo el mundo”. Con lo rico que está el jamón. Esta claro que la mayoría habla desde el desconocimiento de la alimentación vegetariana y porque se preocupan realmente por ti (seguro que pensarán que sólo comes lechuga y tomate).
Y es normal que te contagien por momentos sus miedos y llegues a plantearte si estás llevando a tu organismo hacia un abismo. Empieza una lucha entre lo que tu corazón te dice (no quiero ser parte de la industria de muerte y maltrato animal) y las dudas que surgen desde tu mente.
Cuando alguien me dice que no sabe si al ser vegetariano tendrá carencias, pienso:
¿Cómo sabías que siendo omnívoro no las tenías?.
¿Antes te preocupaba tener una alimentación sana y equilibrada?.
Porque a mí no.
Nosotros antes de ser vegetarianos comíamos sin pensar en vitaminas, proteínas, carbohidratos, grasas… De hecho nuestra salud para lo jóvenes que éramos no era maravillosa: sobrepeso, colesterol alto, baja vitalidad…
Al hacernos vegetarianos dimos por hecho que nuestra alimentación sería más equilibrada: quitamos grasas animales, incluímos más verduras, frutas, legumbres, cereales, proteínas vegetales, etc. ¡Eso tenía que ser mejor si o sí!. Nunca he pensado que tuviera deficiencias, confío en que la alimentación vegetal es saludable y mejora la salud. Ojo, no quiero decir que baste con cambiar de alimentación y que empieces a disfrutar un festival de salud. Hay que hacer las cosas con un mínimo de sentido común, escuchando tu ritmo y necesidades físicas y emocionales.
Nosotros primero fuimos vegetarianos, hasta que aprendimos a alimentarnos sin lácteos ni huevos. Eliminas una cantidad importante de alimentos, pero incluyes muchos más. Comemos más variado que antes, poco a poco vas descubriendo productos que antes nos sonaban a chino: tahini, tempeh, quinoa… Para aprender a incluirlos, Iván hizo muchos cursos de cocina vegetariana, leyó y se empapó de la teoría, pero también pasó a la práctica. Una buena idea no sirve para nada si no se pone en marcha. Cometía errores en los platos, pero también salían de sus manos creaciones maravillosas.
Con nuestros análisis en mano, tras 6 años y medio como veganos estamos más sanos que nunca. Además, más allá de los datos de los análisis, nos sentimos con energía y equilibrio. Felices.
Ser vegano no me da miedo. He vivido un embarazo vegano, y nuestro hijo de 2 años come lo mismo que nosotros, conjuntamente con la lactancia materna que aún mantenemos con mucho gusto.
Cambiar mi alimentación ha sido una de las decisiones más positivas que he tomado. Pienso que ha salvado mi vida y me ha ayudado a entender las cosas con una visión más amplia.
Lo que es un gesto de amor, de conexión con la naturaleza no debería suponer una carga, sino hacerse con gusto. Si te sigue dando miedo tener carencias por seguir una alimentación vegetariana, piensa cuál es el motivo por el que quieres dar ese paso y busca cómo superar tus dudas.